sábado, 8 de mayo de 2010

Cinco años en la vida de un sobreviviente .

Presentamos una muy buena nota salida en La Voz del Interior de hoy :

"Con todos los errores que cometieron la Fuerza Aérea y los responsables del Aeropuerto Córdoba, ¿aún no hay culpables? Fue una cadena de errores. ¿Y los muertos? ¿Nadie va a pagar por esas vidas? Me da mucha bronca. Cinco años y no hay culpables. La Justicia cuando llega tarde no es justicia".

Rodolfo César Butta (46) nació de nuevo hace cinco años. Un frío y lluvioso domingo 8 de mayo de 2005, la avioneta que lo traía de San Juan, junto con el equipo de TC de Toyota, se estrelló a 615 metros de la pista del Aeropuerto Internacional Córdoba. La tragedia se cobró seis vidas. Hubo tres sobrevivientes. Rodolfo, periodista especializado en automovilismo, fue uno.



No hace falta preguntarle mucho. Rodolfo arranca la charla contando de memoria el fatídico viaje. Es su catarsis. Habla y clava sus ojos azules en sus manos que no deja de mover. Hasta no hace mucho, la derecha estaba inmóvil. Por momentos, sonríe y se dice un optimista, un creyente en Dios, "agradecido de la vida".

"Cuando me di cuenta que me había salvado, pensé en la mala sangre que me hacía por cualquier cosa. Es increíble cómo no valoramos la vida. Pero pasó el tiempo y ya me he vuelto a hacer problemas por lo cotidiano", se sincera. "Pero pienso y actúo en positivo".

El impacto. Rodolfo trabajaba en prensa del Toyota Team y había viajado a cubrir una carrera de TC. Eran nueve en la Piper. Él cuenta que el viaje fue normal y su último recuerdo antes del accidente fue cuando vio unas luces cerca de la pista del Aeropuerto Córdoba. Eran las señales lumínicas de una antena. Un "bloqueo emocional" le impide recordar cómo fue que la avioneta, que volaba bajo, chocó con una de sus alas contra un cable de una antena. El Piper hizo una pirueta y se estrelló.

En la siguiente imagen se ve a sí mismo, atrapado dentro del fuselaje. No sentía sus brazos. Era de noche, llovía, todo era confusión. El silencio se rompía por los quejidos de una de las vidas que se apagaba.

"Pensé que se me habían amputado los brazos. Un fémur se había clavado en mi cadera. Pero no sentía mucho dolor. No podía moverme. Cuando sentí mis dedos, me di cuenta que tenía mis brazos…", dice Rodolfo. Comenzó a gritar; alguien respondió: era el fotógrafo Fabricio Nicollier (33) quien creía que todo era un sueño. Joaquín Palacios, de 14 años, fue el tercer sobreviviente.

Rodolfo comenzó a gritar: "Esto no es un sueño. !Nos caímos! Estamos en el monte". Ninguno podía moverse. "Gracias a Dios, el avión no se prendió fuego, porque me hubiera muerto conciente", piensa.

Al rato, llegaron las ambulancias y los equipos de rescate. Nadie podía creer ni entender el desastre.

Camino al hospital, Rodolfo se enteró del saldo fatídico de seis muertos, entre ellos su amigo, Gustavo Ramonda (jefe del equipo).

Butta estuvo unos días en el Hospital de Urgencias y fue derivado a un sanatorio de Nueva Córdoba, donde pasó largos meses de operaciones y rehabilitación. "No podía mover mi brazo derecho, ni levantar una botella. La fisioterapeuta me decía que tenía que sentir dolor. Eso era señal de que estaba rehabilitándome".

Meses después, llegarían dos enormes alegrías. La mañana que pudo volver a caminar. Y el día, ya en 2007, que nació Francesco, su quinto hijo.

Impunidad. En los primeros tiempos, Butta confiaba en la Justicia. De hecho, creía que todo había sido un accidente. Pero al conocer detalles de la causa, vio "falencias de la Fuerza Aérea y del Aeropuerto que no deberían haber existido". "No se puede hablar de accidente. Acá hay responsabilidades claras, el fiscal federal (Enrique) Senestrari lo entendió así. Esa antena no podía estar allí. Encima, era irrompible !Y los cables que la sostenían estaban amurallados al suelo! Y el Aeropuerto, a pesar de la niebla y la lluvia, estaba operable. Eso no podía ser. Fue una investigación excelente, pero por trabas propias de la Justicia se demora el juicio todo. Pasaron cinco años y… nada", remarca.

El periodista critica que la Junta de Investigación de Accidentes Aéreos haya culpado al piloto y que, por sobre todo, haya investigado a la Fuerza Aérea. "!No se puede ser Dios y parte!", exclama.

Butta habla de la impunidad y sus ojos se encienden. La sonrisa se le borra. "No fue un accidente. Todas las falencias se alinearon, fue una suma de errores. Y murieron seis personas. La Justicia no dio respuestas por los muertos y por los que nos salvamos. Tengo mucha bronca. Te da que pensar: cómo no les tocó a ellos, no se preocupan", dispara Butta.

Al igual que muchos sobrevivientes de Cromañón y de Lapa, Butta se preguntó varias veces: "¿Por qué me salvé yo y otros se murieron?". Él mismo da la respuesta: "Es el que está arriba que decide quién se queda y quién se va. Y no era mi turno".

Rodolfo se emociona en pensar en su actual mujer, Macarena, sus cuatro hijas y el varoncito de 3 años. "Son la luz de mi vida. Son los puntales que me hacen seguir adelante".

Fuente: http://www.lavoz.com.ar/noticias/sucesos/cinco-anos-en-la-vida-de-un-sobreviviente

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